miércoles, 20 de marzo de 2013

[...]

Y así empieza, con un silencio en suspense...

Coge mi mano, no la sueltes, te mostraré lo que yo veo... aquello que mis ojos observan, mi mente pretende entender y mi corazón quiere sentir. ¿Ves? Es aquello de allá, ¿lo ves? ¿no?

Continúa con un silencio continuo...

Tócalo, no duele, está hueco. ¿Ves? Suena a hueco, se resquebraja cada vez que lo compruebo, allí, sí, en aquella parte. ¿Lo ves? Está roto, puedes echar un vistazo, yo siempre lo hago. Está oscuro, ¿verdad? Lo sé, es frío, y da miedo. También está manchado, y enfermo, con un simple roce se deshace... ¿Qué, porqué quieres saber el porqué?

Acaba, con los puntos suspensivos...

Hay gente que no lo comprende, pero no me importa, tampoco pido comprensión. Ya, sé que quieres comprenderlo, pero tal vez solo piensas que quieres comprenderlo... No, no te juzgo, pero... solo tal vez... puede que no quieras, ¿quién va a querer algo hueco, resquebrajado, roto, oscuro, frío, aterrador, manchado, enfermo y deshecho? Puede... pero... ¿y si no...? Puedes intentarlo, yo lo intento cada día, pero solo consigo empeorarlo. ¿Y cómo vas a poder? No te entiendo, pero siempre te he hecho caso tiempo, tal vez... pero solo tal vez, sea cuestión de dejarse balancear por las manecillas de un reloj. Si, de un reloj. Exacto. Hasta que el último segundo sea dictado por éste... Lo sé, ¿y...? Puede, pero... sus ojos, su luz... ¿Que arriesgo? Siempre... ¿Demasiado? Nunca...

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